sábado, 4 de febrero de 2012

Hermano, Hermano

Rebel Gebore (Nacido Rebelde).
Leones rugiendo, rinocerontes a la carga, jirafas y hasta una costa… Cuando era niño yo soñaba con esto, con esos cuentos que siempre tenía mamá para mí antes de dormir. Era una tierra mágica, llena de calor y color, donde todo era diferente, donde nadie era inmigrante, donde no había minorías.
Quizá por esas historias sobrenaturales fue que siempre, cada día que pasaba, pensaba en estar en ese país tan lindo, lejos del frío Berlín. Seguramente por eso nunca estaba quieto, nunca fui el más tranquilo, o el más atento de la clase, lo único que hacía mejor que nadie era correr tras el balón, con la fuerza de un rinoceronte, de la fiereza del león, tocaba con la delicadeza de una gacela y tenía la precisión quirúrgica de un águila cazando.
Recuerdo que antes de acabar la primaria ya estaba en un equipo, jugando al deporte de los blancos. Yo era un completo extraño, mi tez y rasgos faciales se diferenciaban a lo lejos. Fui creciendo, vi como muchos chicos comenzaban a dejar de pelear por la pelota, tuve que sobreponerme a golpes, a discriminaciones, a risas, a llantos, a malos días, hasta que llegó el llamado, ¡Era parte de la selección alemana infantil! Corrí como pocos y me inmortalicé en poco tiempo, siempre con la meta de regresar a esa tierra mágica, al “Continente Negro”, a la tierra de mi madre, a cazar venados, bailar, y a pintarse la cara con esos colores inimaginables en la tierra blanca.
Yo ya había debutado en Berlín, ante miles de personas, habían visto mis regates, mi estilo, mi magia, “El chico del Ghetto lo hace de nuevo”, los escuchaba decir, y yo me sentía extraño, yo no me sentía entre los míos. Yo venía del Ghetto, pero más que eso, yo venía del otro lado del mundo, de la costa, de los ritmos fuertes, de la tierra de las revoluciones sociales cada tercer día… y mi ilusión era jugar ahí, donde el león es rey sobre el euro.
Estoy seguro que había un poco de ese polvo africano de la suerte aquella noche en el aire, y esa magia fue la que me sacó de Alemania esa misma noche, la que me puso en lista de espera, la misma que me puso en Portsmouth, la que me enfrentó a mi inevitable destino, vestirme de rojo y amarillo, ser una “Estrella Negra”.
Recuerdo que ese día no hice nada malo, sólo regresé con los muchachos al hotel. Recuerdo al entrenador gritándome, a mis amigos escondiéndose, y yo dando la cara. Recuerdo sus palabras: “esta puede ser tu última vez” y yo respondiendo “que así sea”, y así fue. Me fui a mi tierra adorada, donde no nací pero sí soñé, mientras mi hermano vivía el sueño teutón.
El destino me enfrentó a Michael Ballack, yo decidí lastimar a la marca registrada de esa raza que alguna vez me agredió y me puso como el chico malo. El destino me enfrentó a esa misma gente en el mundial, y fui yo quien falló en esos momentos. El destino me dio revancha contra los americanos, devastadores y arrogantes, y ahora sí cobré mi venganza con una fiereza inusitada. El destino puso en manos de esta nación quedarnos como los más grandes en la historia del continente, pudimos escribir con oro nuestros nombres por siempre, y estuvimos a una mano… maldita mano, de llegar a donde nadie soñaba. Esa vez, la suerte no acompañó a Gyan… y cuando vea a Suárez, les juro que lo mato.
Pero no me quejo, siempre hay nuevas oportunidades, la vida da revanchas, y yo seguiré siendo el rebelde, ese que crea fantasías, que se encabrita a cada instante, el que no respeta a nadie, el chico del Ghetto, el implacable curandero de los males de Milán. Seré rebelde, y eso me ha cerrado puertas, como un rinoceronte que se estampa contra la pared, pero tengo un coraje ilimitado, y eso me abrirá puertas como un león… un león rebelde que hace pedazos a la defensa de “El Mejor Equipo del Mundo”.
Warum Necht Freunde Sein? (¿Por qué no ser amigos?)
Yo adoro a mi padre y sigo a mi hermano, por más imprudente que sea. Él siempre ha sido más violento y agresivo que yo, siempre me defendió de los chicos malos, y es altivo como sólo él, su único problema es que tiene la prudencia de una abeja africana.
Nunca pudo entender la grandeza de un país que nos aceptaba, un país grande y donde la gente no muere de hambre diario. Pero ese es su problema y yo no seguiré ni hoy ni nunca.
Quizás por eso yo decidí defender cuando él siempre trataba de atacar, por eso yo leía cuando él iba de fiesta, por eso yo dormía tranquilo mientras él se peleaba con el entrenador y se largaba a probar esa tierra… tan anhelada por Kevin.
Yo fui educado, como buen alemán, aunque me vieran raro, yo sabía que no era tan diferente a los demás, quizá eso sea la madurez, entenderte con personas que no comparten tus ideas, hablar con ellos, poder dialogar, y sentirte parte de un equipo lleno de gente que no es como tú, pero que juega, eso es lo bonito del futbol, aquí no hay turcos, brasileños, árabes, polacos, rusos, africanos o ingleses, todos somos jugadores.
Yo aprendí diferente, yo seguí unas lindas líneas de cal trazadas en el campo de Berlín, también en Hamburgo y así luché por encontrar mi Lugar en esa jungla violenta llamada futbol. Fui un torbellino andante, agresivo a más no poder, mordí de los huesos y me esforcé, y por eso cumplí mi primera meta.
Y así jugué un mundial, así jugué contra mi hermano, no hubo odio, por que lo aprecio y lo admiro, pero sí esas ganas de competir contra él. Yo gané la batalla primera, yo sí estoy en Alemania, yo llegué a semifinales, pero no cubrí a Puyol, y por eso mi nombre se quedará entre la infamia del anonimato, hasta que junto con mis amigos alemanes levantemos esa copa dorada.
Yo puedo alzarla, y seguramente lo haré si mantengo ritmo y no choco contra los demás. Y me encantaría alzarla con mi hermano, él me enseñó a jugar, a competir, a defenderme, a seguir mis sueños, a ser único y especial. Ojalá algún día pueda enseñársela y ambos la toquemos, porque no sólo es mi hermano mayor, es mi mejor amigo, aún cuando nos dejó sin capitán ese año.

Ilshe!!

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